La educación del hijo es llevada
a cabo mediante el juego, hay juegos individuales y colectivos, como padres
tenemos que involucrar de forma equilibrada en ambos a los niños, ya que cada
uno de ellos desarrolla un aspecto distinto de su personalidad, tan importante
es que aprendan a jugar solos como en compañía. A través del juego el niño
aprende involuntariamente sobre sí mismo, aprende el manejo de la
acción-reacción, a fundirse con el momento, aprende y desarrolla sus emociones
en función de las vivencias que tenga, tanto de las cosas como de los demás
niños.
Cuando juega a solas todo a su
alrededor cobra vida, “habla” con todos los objetos, escenifica diferentes
situaciones, va creando un guión y en él representa a todos los personajes,
desarrolla su lenguaje tanto el normal como el onomatopéyico,
tan pronto es un policía como un bombero, un dragón o un coche, hace
interactuar todo con todo, tan pronto está alegre porque hace encajar una pieza
como triste porque no le gusta cómo ha quedado esa misma pieza, es el
territorio de la espontaneidad, esta espontaneidad genera reacciones y éstas
son el germen de la personalidad.
Fijémonos entonces los padres cómo juega el niño a solas, contemplémosle
sin interceder, qué ha hecho entonces con esa pieza, ¿ha tirado toda la figura
al suelo, le ha dado la vuelta, la ha cambiado por otra? El juego individual
nos dará la primera pista de cómo el niño empieza a ser.
Cosa distinta es el juego
colectivo, aquí ya interfieren otros aspectos que escapan a la espontaneidad
del niño, y esos otros aspectos son los demás niños. En ese terreno el niño
tiene que lidiar con emociones y reacciones que no aparecen cuando juega a
solas consigo mismo, ahí el guión tiene diferentes actores y todos quieren
tener el papel principal en todo momento. Al principio los niños no saben jugar
con otros niños sencillamente porque no saben que existen, sólo hay que verles
cómo se observan, cómo se estudian cuando están unos junto a otros, son los
objetos lo que les llama por lo general la atención, es la época del todo es
mío, de apartar las manos a los demás niños o de quitarse lo que tienen entre
ellas, básicamente en la primera edad no hay relación entre niños hay relación
entre las cosas.
Pero esa interacción, en principio frontal es
lo que les hace despertar las sensaciones necesarias para la socialización, y
en esa pequeña sociedad que los niños crean podemos ver los padres los rasgos
primarios que nuestro hijo va despertando. ¿Cómo se comporta cuando está con
otros niños?, ¿en cuanto ve algo que le gusta se lo quita
al otro o se queda simplemente observando?, ¿se acerca a los demás niños o se
queda alejado?, ¿cuándo le quitan algo llora, coge al otro lo que es suyo,
empuja al otro niño o le pega? Todas estas primeras vivencias nos muestran lo
innato que tiene el niño en la vida en común, es todo un lugar de aprendizaje
para los padres ver cómo actúa un hijo en un parque cuando está rodeado de
otros niños, y es nuestra labor como padres equilibrar la balanza del juego
individual con el juego colectivo para el completo desarrollo de nuestros hijos.
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